martes, 23 de octubre de 2007

hablan los ojos mas altos que las bocas




No es la palabra que besa las bocas,

no es la sangre ardiendo en el camino:

es el viejo refugio,

el silencio,

la sombra tendida a los pies de mi batalla,

recuerdo de una herida supurando abierta en el festin de la verguenza.

Curvada y filosa como una cimitarra

me apago al abrigo de una melodia,

crepitan las voces tras la puerta,

murmuran mi nombre,

mi apellido,

hablan de mi,

de mi locura,

precisan mi presencia,

evitan mi delirio.

Como un reflejo pudoroso se deja ver el entrecejo,

ceñidos los ojos,

cerrada la boca aparto de mi la diferencia,

la elocuente discucion de las miradas.

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